A un joven le robaron la moto y, ante la total inacción policial, decidió viajar junto a un amigo desde Salta hasta Perico, Jujuy, donde finalmente logró recuperar el rodado por sus propios medios.
Según relataron, les indicaron exactamente dónde podía estar la moto y quiénes serían los desarmadores, lugares que —denuncian— la policía conoce perfectamente pero nunca controla.
“Gracias por todo el apoyo. Encontramos la moto de mi amigo. A la policía gracias por no hacer nada. Fueron los amigos los que ayudaron a buscar en todos los desarmaderos de Salta hasta llegar a Jujuy”, expresó el acompañante del damnificado.
La bronca fue aún mayor al denunciar que los desarmaderos funcionarían con total impunidad, y que cuando las fuerzas de seguridad aparecen sería solo para pedir coimas.
“Así estamos como sociedad: si no hacemos las cosas nosotros, la policía no hará nada. Los desarmaderos están escondidos, la policía sabe dónde están y no los pisa”, agregó.
Finalmente, tras horas de búsqueda y sin respaldo oficial, la moto fue recuperada, dejando al descubierto una vez más la falta de respuestas frente al delito y el crecimiento de redes ilegales que operan a plena vista.
Inseguridad, abandono y bronca social: una historia que vuelve a encender el debate sobre el rol de la policía y la impunidad con la que operan los delincuentes.
