La inflación de 8,8% en el primer bimestre del año no solo mantiene al país dentro del triste ranking de los más inflacionarios sino que anticipa riesgos para el cumplimiento de la meta del 43% acordada con el FMI.
Los países que superaron a la Argentina el año pasado fueron Venezuela, con un 2.700% según el FMI (aunque las cifras oficiales de país arrojaron 686,4%, una desaceleración con respecto al casi 3000% de 2021); Sudán, con 194,6%; Zimbabue, con 92,5%; y Surinam, que registró un 54,4 por ciento. Se trata de naciones que atraviesan escenarios de conflictos bélicos, dictaduras y duras crisis internas.
El alarmante Índice de Precios al Consumidor (IPC) de febrero de 4,7% consolidó la cercanía de la Argentina en grupo de los países con más altos índices de inflación a lo largo del mundo. El presidente Alberto Fernández anunció que comienza “la guerra contra la inflación” pero su gobierno lleva perdidas varias batallas que ubican al país todavía lejos de una hiperinflación como la que está atravesando Venezuela pero cerca de tener un indeseado récord a nivel global.
El 4,7% de febrero, que implica un 8,8% para el primer bimestre del año es tan elevado que pone en riesgo en forma temprana a la pauta inflacionaria del 43% establecida en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Además, hay dos decisiones incluidas en ese acuerdo que impactarán en forma directa sobre los precios: el descongelamiento de las tarifas de los servicios públicos y la aceleración de la devaluación del peso, que ya no correrá de atrás a la inflación como ocurrió en 2021.