LA NACIÓN recorrió barrios, centros de salud y hospitales del distrito del país con mayor tasa de casos cada 100.000 habitantes; los médicos dicen que están al límite en la atención; los vecinos reclaman más medidas preventivas.
En la provincia de Tucumán con más de 13.000 casos de dengue –el mayor número reportado por un distrito–, la percepción es que son aún muchos más. Tantos que no hay quien pueda arriesgar una cifra. El repelente se volvió un bien escaso y hay barrios donde es difícil encontrar a quien no haya tenido o esté cursando la enfermedad. En los centros de salud públicos y privados, médicos, enfermeros y agentes sanitarios coinciden en que la magnitud de esta epidemia tomó al sistema de salud por sorpresa y comparan su impacto en los servicios con la pandemia por el nuevo coronavirus.
“Estamos peor que con Covid en el barrio. Recién me estoy recuperando”, dice Rita Jiménez, vecina del barrio Juan XXIII, también conocido como La Bombilla, a pocos minutos en auto del centro de la capital provincial. Mientras su esposo vuelca escombros en un volquete de una obra en su casa, se detiene a hablar con LA NACIÓN. Se cubre con un paraguas del sol pleno del mediodía. “Quedé con la piel sensible [después del sarpullido] –explica–. Hace dos semanas que empecé con síntomas. No fui al hospital porque estaba saturado de pacientes con los mismos síntomas. Mi esposo estuvo cinco días con fiebre y en cama. Mis dos hijos, de 13 y 20 años, también. Todo el barrio está igual.”

Rita Jiménez aún se recupera del dengue en el Barrio La Bombilla, en Tucumán
Enfrente, a Tisiano, de 11 años, su padre lo acaba de llevar en moto al hospital porque desde el lunes que está con fiebre y, según cuenta Adriana, la madrastra, “se la pasa durmiendo”. Rolando Milohanovich, esposo de Jiménez, insiste: “Todos en esta cuadra tuvimos dengue. Ya hablé con todos los políticos de acá para que reparen la pérdida de agua en la calle que está desde hace años”. Con otros vecinos, pagaron para que cortaran el césped en las veredas y eliminaron un basural en la esquina. “Ahora, hay más gente enferma. Están aumentando los casos”, agrega Jiménez. Son adultos y chicos por igual, según cuentan.
A media cuadra, sobre el Pasaje Corrane, Guadalupe González se recupera en casa. Tiene 16 años y el lunes empezó a vomitar con sangre y en el Hospital Avellaneda, según relata su madre, María del Carmen Ferreira,“le administraron tres sueros y la mandaron a casa. No dan abasto”. Y agrega: “Desde el miércoles de la semana pasada, que empezó con síntomas, que la llevo y la traigo del hospital.” El tratamiento incluye hidratación, reposo y paracetamol. “Acá [por el barrio], la mayoría está con dengue”, cuenta.
Hilda Ferreira, de 53 años, se acerca para preguntar por Guadalupe. Son familiares y también tuvo dengue. “Primero, me bajó la presión y después me salió sarpullido en el cuerpo. No aguantaba el dolor de cabeza. Era dengue. Fui al hospital por el dolor de estómago y, ahora, tengo que hacerme un control con el cardiólogo –dice–. Acá hay gente que tiene miedo de decir que tiene dengue, como pasó con Covid.”