Tras una exhaustiva investigación, se logró establecer que el remisero actuaba con un patrón de conducta reiterado. Trasladaba a sus víctimas en su vehículo, las convencía de sentarse en el asiento del acompañante y mediante argumentos engañosos, generaba una situación de cercanía forzada que aprovechaba para consumar los abusos.
Se requirió juicio ante el Juzgado de Garantías 6, para un hombre de 48 años, como autor de varios delitos de abuso sexual simple, lesiones leves y rapto, todo en concurso real.
En primer lugar, la Fiscalía logró acreditar, con grado de probabilidad, la existencia de múltiples delitos contra la integridad sexual, con lesiones y rapto en algunos casos.
En cuanto al modus operandi, se identificó que en todos los casos el imputado utilizaba un vehículo de remis como principal escenario para consumar los abusos, aprovechándose de la vulnerabilidad de las pasajeras, quienes buscaban un servicio de transporte seguro, en horas de la madrugada.
Un elemento común y distintivo en los hechos fue la utilización de un pretexto técnico: el acusado afirmaba que “el sensor del taxímetro no funcionaba”, motivo por el cual solicitaba a las pasajeras que se sentaran en el asiento delantero o entre los asientos, junto a él, con el argumento de que así el contador marcaría el viaje o el láser del vehículo podría detectarlas.
Esta maniobra, según detalló la fiscal Morales, tenía por finalidad generar una cercanía física forzada, que le permitiera ejercer control sobre la víctima y vulnerar su integridad sexual.
Asimismo, en la mayoría de los hechos denunciados, el imputado buscó aislar a las víctimas desviando la ruta pactada, acelerando el vehículo o trabando los seguros de las puertas, con el objetivo de impedir que descendieran o solicitaran ayuda.
Por otro lado, el acusado recurría a amenazas, tanto explícitas como implícitas, con el propósito de coaccionar a las víctimas y evitar que denunciaran lo ocurrido. Estas amenazas incluían el conocimiento de sus domicilios o información personal sensible, así como la desestimación de sus relatos.
Un elemento crucial para establecer la naturaleza serial de los abusos fue la conexión entre las damnificadas. Varias de ellas lograron reconocerse a través de redes sociales, donde se compartía el modo de operar del agresor, acompañado incluso de su fotografía.