Después de pelearse con el campo, con la clase media, con los porteños y con Messi, entre otros, cuestionan al actor más popular de la Argentina.
Se pelearon con el campo, con el FMI, con Estados Unidos, con la clase media, con la Corte Suprema, con los porteños, con Clarín, con Mercado Libre, con Macri, con Milei, con Messi. Y ahora el nuevo enemigo es Guillermo Francella, el actor más popular de la Argentina.
Muchachos, solo un suicida político se puede pelear con el actor más popular de la Argentina. Pero acá vamos de nuevo.
¿Sabés lo que les duele de Francella? Que sea exitoso, que sea un fenómeno popular, que sea querido por el público, que le vaya bien, que haya batido todos los récords de taquilla, que haya vendido 470,000 entradas en 4 días y, sobre todo, que no necesite de papá Estado.
Les duele Francella como les duele Mercado Libre, como les duele Messi. Les duele porque no necesita del subsidio del INCAA. Ese INCAA que tenía 32 cargos gerenciales y gastaba solo en eso $118 millones por mes. Ese INCAA que subsidiaba películas como
“Llamen a Joe”, con 35 espectadores
“Despierta Mamá”, con 32 espectadores
“Viento del Este”, con 31 espectadores
“Obispo de No Lugar”, con 28 espectadores
“Actitud Abeja”, con 18 espectadores
“Una sola Primavera”, con 5 espectadores
A eso se refiere Francella cuando dice “polenta”. ¿Por qué el Estado tiene que subsidiar películas que le dan la espalda a la gente? Pero incluso es mucho más profundo que la cuestión del cine. El debate que se armó acá tiene que ver con la envidia. ¿Qué hizo el populismo en los últimos años? Combatió a los exitosos porque se salían del guion del país que preparó culturalmente el kirchnerismo.
Messi: un chico con valores familiares, disciplinado, metódico, brillante, esforzado, tocado por la varita mágica. Nunca se metió en política y lo hicieron mierda. ¿Te das cuenta de que el tema no es Francella? Odian al éxito. Lo mismo pasó con Galperín. Armó una empresa de cero, generó 120.000 puestos de trabajo, puso a operar a la empresa en 18 países y lo hicieron mierda.
Es el mismo patrón que se repite con Francella. Salen a matar al tipo que representa el éxito con iniciativa privada sin la dependencia del Estado. ¿Por qué? Porque necesitan mostrarle a la gente que debe vivir subsumida al Estado. “No te rebeles”, “no tengas iniciativa propia”. Tenés que seguir toda la vida atado a las esposas del plan social y del subsidio.
Necesitan ciudadanos esclavos que dependen de la IFE, del ATP, de la AUH, del Plan Jefes y Jefas, del Pre-Viaje. Entonces, cuando vos sacás la cabeza y respirás aire libre, viene el guadañazo. Y encima la película tiene pequeñas escenas que dejan en evidencia el “pobrismo” y la manipulación del populismo.
Hay dos escenas que seguramente molestaron mucho. La primera es el símil del Padre Paco, el cura villero, el padre tercermundista que elogia la pobreza. “Ustedes son libres”, “ustedes no son esclavos del dinero”, “ustedes no necesitan la última zapatilla Nike”, “ustedes no necesitan el último iPhone”. Y el pobre le contesta: “Con todo respeto, padre, nos estamos cagando de hambre”. ¿Cómo se llama esto? “Pobrismo”, el elogio de la pobreza.
Una parte de la iglesia que impulsa la pobreza como forma de vida porque el pobre va al cielo y el rico al infierno. Inculcan la culpa por el éxito y el progreso. Y después terminan militando políticamente el partido que eterniza a La Matanza en la pobreza.
Después hay una escena todavía más dura. El director de cine progre que milita a los niños wichi del Chaco, pero los desprecia profundamente. Iván, el director de cine canoso que ama a las comunidades aborígenes, que gana el Globo de Oro y se lo dedica a los Qom de Clorinda y a los Diaguitas de Catamarca. Pero cuando va a grabar se aloja en el Sheraton y se pide un Dom Pérignon y recibe un subsidio del gobernador que tiene a los indios sin una sola cloaca.
Por eso les duele Francella. Porque, además de exitoso, la película sin mucha profundidad les toca donde más le duele: el doble discurso, la hipocresía. Los deja desnudos adelante de cientos de miles de personas, que pagaron su entrada y encima se rieron.
En definitiva, pelearse con Guillermo Francella es en sí mismo un acto de desesperación. Y sobre todo de desorientación política. Se saben sin poder, se saben sin cajas, se saben derrotados en las próximas elecciones. Pero lo novedoso es que se saben perdiendo la batalla cultural.
Ellos saben que están perdiendo la batalla cultural y la película de Francella se los viene a confirmar. ¿Por qué? Porque cuando hicieron “El Eternauta” con el manual de la corrección política del “nadie se salva solo” nadie dijo nada. Todos nos fumamos la obviedad de la bajada de línea progre. Pero ahora que Francella hace una película con historias de 50 segundos estallan.
Están recontra ardidos por una película. Mal síntoma. Cuando gritás o llorás es porque vas perdiendo. Es sano que al menos por un tiempo el discurso del populismo retroceda. Porque ha generado demasiado daño en la Argentina. Se ha ido demasiada gente por la salida de Ezeiza, se han destruido demasiadas mentes, se ha generado demasiada esclavitud mental y material. Se ha destruido la cultura del trabajo, del estudio y del esfuerzo. Me parece que ya es suficiente.