Condenan a un comerciante de Salvador Mazza por el transporte de 136 kilos de cocaína

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Fue identificado como quien daba las órdenes a un camionero detenido con un cargamento de cocaína mezclado con azúcar, oculto en el chasis del vehículo. El estudio de la voz arrojó una correspondencia mayor al 80 por ciento, que el tribunal consideró “determinante”. La fiscalía logró demostrar que dejaba el teléfono en su domicilio y que viajaba para utilizar los dispositivos de terceros.

El Tribunal Oral Federal N°1 de Salta condenó al comerciante de Salvador Mazza, Lucas Manuel Bonilla, a 9 años de prisión por el delito de transporte de estupefacientes agravado por el número de intervinientes, en grado de coautor, por haber considerado acreditado, a partir de un peritaje de voz y de otros elementos, que era quien le daba órdenes por teléfono a otros sujetos que fueron detenidos con un cargamento de 136 kilos de cocaína mezclada con azúcar, desbaratado en mayo del año pasado.

Tras la detección de los paquetes, se desmontó la estructura que permitía la ocultación del cargamento

Se tuvo por acreditado que el conductor del camión donde se realizaba el transporte del estupefaciente -condenado a 4 años de prisión en febrero pasado en un acuerdo pleno- recibía los mensajes de Bonilla, a quien en su teléfono celular tenía agendado como “Frío”. El peritaje, que arrojó un 80 por ciento de coincidencia, “fue determinante como elemento probatorio eficaz para tener por acreditada la verdadera identidad de ‘Frío’ que es Lucas Manuel Bonilla”, sostuvo el tribunal.

Tal como fue acreditado en los procesos de juicio abreviado en los que fueron condenados otras tres personas en el mismo caso, el proceso que llegó a juicio oral se inició el 12 de mayo de 2024, luego de que una patrulla de la Gendarmería Nacional acudió a la ruta 34, entre Embarcación y Pichanal, ante la denuncia de una automovilistas respecto de que un camionero estaba realizando maniobras riesgosas. A la altura del paraje La Quena, los efectivos dieron con el conductor Walter Passarino, quien les informó que estaba allí, con el camión vacío, a la espera de una carga para luego dirigirse a Salvador Mazza.

Mientras revisaban la documentación del camión -faltaba la cédula verde- y del acoplado, los gendarmes supieron que el chofer registraba antecedentes por hurto calificado y defraudación reiterados en la provincia de Santa Fe. Bajo la dirección del fiscal Marcos Romero, los gendarmes realizaron entonces una requisa más profunda del vehículo y advirtieron un fuerte olor a pintura en el sector de la baranda del chasis, junto a la cabina, donde también visualizaron un chapón que no se correspondían con la fabricación original.

Debajo de la chapa salieron a luz 422 paquetes, que equivalían a un peso de 431 kilos, que en ese momento se creyó que era cocaína, tras la prueba de campo al azar en varios paquetes. Luego se determinó que, en realidad, se trataba de 136 kilos de esa sustancia y que el resto era azúcar. La sustancia tenía una pureza escasa a lo habitual, del 3 al 46 por ciento, por lo que, en el juicio, se barajó la hipótesis de que esta modalidad responda a una maniobra de engaño, producto de alguna disputa entre organizaciones narcocriminales.

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