Con la declaración de vecinos prosiguió hoy el juicio seguido contra la mujer imputada por homicidio calificado por el vínculo y lesiones leves calificadas por el vínculo, en concurso real, en perjuicio de su hijo Leonel Francia de 11 años.
Los jueces de la Sala I del Tribunal de juicio escucharon el testimonio de una mujer y dos hombres que expusieron acerca de lo que veían y sabían sobre la relación entre la acusada y la víctima.
La primera testigo señaló que los conocía porque vivían calle de por medio y porque ella era clienta del corralón que tenía la imputada.
Mencionó que solía ver al niño cuando salía a quemar basura (cartones). Relató un episodio puntual ocurrido una tarde. Dijo que ella estaba afuera mientras el menor realizaba esta tarea cuando su mamá comenzó a llamarlo. Le gritaba que entrara usando palabras groseras. Al parecer, en un primer momento, el niño no la oyó. Luego entró corriendo y entonces la testigo escuchó golpes, como si pegaran con un cinto, mientras el chico gritaba pidiéndole perdón a su mamá.
El segundo testigo manifestó haber tenido una relación muy cercana y un vínculo afectivo muy fuerte con el niño desde que nació hasta que cumplió los siete años aproximadamente, momento en que la acusada se mudó de casa.
Contó que la imputada lo dejaba en su casa desde bebé y que sus padres y él lo alimentaban y, a medida que fue creciendo, también se ocupaban de llevarlo a la escuela y a otras actividades extraescolares, como natación.
Dijo que se habían encariñado mucho con él porque era un chico muy sensible, respetuoso y amiguero. Luego, la acusada se mudó de casa, a unas cuatro cuadras, en el mismo barrio. Pero a partir de ese momento la relación con el niño cambió. El testigo contó que lo cruzaba de vez en cuando, pero se daba cuenta de que él trataba de evitarlo. A raíz de esto comenzó a sospechar que la imputada le había prohibido que se relacionara con él y su familia.
Contó que una vez encontró al chico y le dijo que estaba bien, que su mamá ya no le pegaba, que estaba más tranquila. Consultado más a fondo acerca de este comentario, el testigo confirmó que una vez le había visto hematomas en la mano y el menor le había contado que su mamá lo había lesionado. Refirió que no fue la única vez que advirtió marcas de golpes en el niño (en espalda, piernas y brazos), pero él siempre protegía a la madre aduciendo que se había caído de la bicicleta.
El testigo también confirmó que el menor tenía un celular y que él le había dado su número para que lo agendara, pero nunca lo llamó ni mensajeó.
Finalmente expresó que la acusada trataba a su hijo como si fuera un hombre. Le daba trabajos propios de una persona mayor y lo insultaba y amenazaba. Dijo que el niño parecía estar acostumbrado.
El último testigo también refirió ser vecino de la imputada. Sostuvo que la mujer era muy estricta con su hijo. No lo dejaba salir mucho ni juntarse con otros chicos porque decía que en el barrio había mucha droga. Hizo referencia a una ocasión en que, al salir de su casa, vio al niño enfrente, con sus dos primos mayores. El menor estaba llorando. Su primer impulso fue ir a la casa de la acusada para avisarle que algo le pasaba al niño. Así lo hizo. Ella le dijo que lo había retado, que ya iba a volver. No se quedó tranquilo con esa explicación y regresó a preguntarles a los primos qué había pasado. Le dijeron que el menor estaba ahí porque la madre lo había golpeado. Después salió la tía del niño, hermana de la acusada. Le contó que ella ya la había denunciado porque siempre lo maltrataba y le pidió que no se involucrara.
El hecho ocurrió el 31 de agosto de 2023 en barrio Solidaridad. Ese día, la víctima ingresó sin vida al hospital Papa Francisco, con una grave lesión en la cabeza.
La autopsia determinó que el menor falleció por traumatismo encéfalo craneal grave por lesión punzo penetrante.