Ahora sí transpira el “Chiqui” Tapia y no hay trapo en la nuca que alcance. Por Diego Sehinkman

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    La primavera mileista está sostenida en el apoyo de los votos, el de Trump y la gentileza del peronismo, que está golpeado y recalculando. Pero ahora se agrega una novedad para el Gobierno, también primaveral: el estallido de la supuesta corrupción del titular de la AFA.

    Se está produciendo un hecho político nuevo. La Libertad Avanza estaría llegando a los 95 diputados contra los 94 del peronismo, que empieza a perder cohesión y se le parte el bloque. Las cosas fueron asi: Francisco Morchio, un legislador cercano al gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, integraba el bloque de Encuentro Federal, de Miguel Pichetto, pero decidió pasarse a LLA a pedido de Frigerio. Además, Unión por la Patria perdió tres diputados catamarqueños tras la ruptura protagonizada por el gobernador Raúl Jalil. Si este nuevo número se consolida, por primera vez desde que asumió Milei estaría consiguiendo la primera minoría en Diputados.

    Esta novedad confirma un clima actual, una especie de primavera mileísta. ¿Por qué primavera? Porque es un tiempo que arranca el 26 de octubre, cuando Milei gana de manera sorpresiva y aplastante. Desde ese día cambia el mapa y el optimismo del Gobierno. Ese período durará hasta que esta nueva versión del Gobierno, con mucha más representación parlamentaria, transforme el aval de las urnas en leyes como presupuesto y modernización laboral. Si lo logra, el Gobierno podrá decir que robusteció su “músculo político” y superó la debilidad de los primeros dos años. Pero tiene que ocurrir, veremos…

    La primavera mileista está sostenida en el apoyo de los votos, el de Trump y la gentileza del peronismo, que está golpeado y recalculando. Pero ahora se agrega una novedad para el Gobierno, también primaveral: el estallido de la supuesta corrupción del “Chiqui” Tapia. El fútbol argentino tiene dos productos. Uno es el de exportación: la Selección. Es bárbaro, campeón del mundo, calidad pura. Ese producto es el que subsidia el boliche de Tapia y el que le da la bendición papal. Así como el Papa Francisco estaba a un grado de separación de Dios, Tapia también: Messi. Aunque no sabemos todavía cómo reaccionará Lio frente al escándalo. ¿Bancará a Tapia o tomará disimulada distancia?

    Pero el otro producto, el que se consume en el mercado interno, es horrible: el fútbol argentino. Salvo honrosas excepciones, el nivel es malo, al igual que los arbitrajes, la seguridad, etc. Entonces, mientras la Selección es el estandarte, el torneo local es un desastre. Y con el desastre de fondo, la soberbia de Tapia le da un campeonato de escritorio a Rosario Central y todo estalla. Ahora si transpira en serio el Chiqui Tapia. Y no hay trapo en la nuca que alcance.

    Esto le da muchísimo aire al Gobierno porque mientras Kicillof y Cristina no tienen nada para decir, aparece Tapia como reemplazo involuntario. Ahora Tapia es el nuevo villano favorito, el que se ubica del lado kirchnerista/peronista de la vida, por haber apoyado a Sergio Massa como candidato.

    Todo esto ocurre mientras aparece una pregunta clave: ¿está cambiando la matriz productiva de la Argentina? Dos fotos que conviven hoy. Esta semana un consorcio de empresas energéticas —YPF, PAE, Pampa Energía y otras— cerró un acuerdo para exportar gas licuado a Alemania: 7 mil millones de dólares por año. Esto daría vuelta, definitivamente, la ecuación energética. En vez de importar gas licuado (al kirchnerismo los miles de millones de dólares gastados en la importacion de GNL le destruyeron la macroeconomía) se va a exportar a partir de 2027.

    Esa es una foto. Pero hay otra: Whirlpool acaba de echar a 220 empleados. Por las importaciones, porque este dólar no le resulta favorable o sencillamente, porque no se venden suficientes lavarropas. Lo mismo le pasa a muchísimas otras empresas, pymes aunque no solamente: Paolo Rocca, de Techint, también hizo una advertencia hace pocos días sobre la baja de la actividad industrial.

    Hay entonces dos Argentinas: la del campo, la minería y la energía; y la de la industria, que al menos por ahora no repunta. ¿Cuál va a primar? Y si se profundiza el cambio de matriz productiva, ¿cuáles van a ser los costos sociales de la transformación?

    Mientras tanto, el Gobierno recibe una especie de subsidio invalorable de parte del kirchnerismo: la no renovación. No hay ideas nuevas. Ahora Kicillof va a pedir 3.500 millones de dólares de deuda para pagar aguinaldos y sostener la provincia. El gobernador que reclamaba “nuevas melodías, nuevas músicas” al peronismo, entona la canción de siempre: le echa la culpa a Milei de la situación de la provincia, no achica en nada el gasto e incluso crea un INCAA bonaerense, un nuevo organismo financiado con impuestos, destinado a dar la batalla cultural contra Milei y de

    Y para el cierre, la frutilla: en la búsqueda desesperada de una idea renovadora, de nuevas narrativas, o sea, de tener algo que decir, la legisladora de Unión por la Patria Lucila Klug propuso cobrar impuestos a la emisión del gas metano que emanan las flatulencias y eructos de las vacas. La idea de la diputada kirchnerista es de vanguardia: solo Dinamarca cobra este impuesto. Dice Klug que la medida “no es fiscalista” y que puede favorecer a los productores para que mejoren sus estándares de producción. Va a ser difícil creerle a la diputada K: con Guillermo Moreno y sus políticas, el campo argentino terminó con 10 millones de cabezas de ganado menos. Y cómo olvidar el amor kirchnerista al campo con la 125.

    Pregunta final: ¿qué es peor para la Argentina?

    ¿La emanación de metano o la emanación permanente de impuestos? Es sabido que las vacas tienen cuatro estómagos. Y otros seres, cuatro neuronas.

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