Sergio “Quitupi” González es un outsider de la política, se representa a sí mismo y encontró en el Concejo Deliberante una salida laboral que bien gestionada rinde sus frutos, ya es un número fijo, forma parte de la escenografía deliberativa donde desarrolló la habilidad de acordar con el poder, fue funcional a los Leavy, con Mimessi pese a no ser la primera minoría con solo dos ediles (El y Paola Díaz) llego a la presidencia del cuerpo, cargo que justificó votando indefectiblemente las iniciativas de la gestión radical.
Con la llegada de Hernández a la intendencia perdió ese privilegio y cuando ya era notorio el síndrome de abstinencia se alienaron los astros y una errada estrategia electoral del partido gobernante le permitió con una sola banca (la suya) volver a la presidencia con el acuerdo del oficialismo municipal.

González es también un producto muy común en estos días, que se visualiza con la llegada de hombres y mujeres de la prensa a la política (propietario de un medio), también lo es el Intendente de Salta Emiliano Durand (dueño de “Que pasa Salta”) y ni hablar de Juan Carlos Romero amo y señor de la provincia (propietario del diario el tribuno).
Esta práctica se intensificó en los últimos tiempos y no falta mucho para que la cámara de diputados de la provincia se convierta en una filial de la asociación de prensa, vale aclarar que lo que se proclama en los micrófonos nunca tuvo su correlato en los desempeños políticos, la presencia periodística no aporta ni la cuota de glamour que justifique masiva irrupción, al periodismo es obvio que le fascina transitar los pasillos del poder.
El 10 de diciembre, fecha celebre para la democracia, Tartagal se convirtió en un espectáculo bizarro que suma a la apatía que ya gano la consideración ciudadana, esta vez la discusión paso a ser la legalidad o ilegalidad de la votación que consagro a Quitupi, apodo muy significativo, según la IA (benteveo común que entre otras cosas se alimenta de insectos, frutas, pequeños vertebrados y hasta basura), lo cierto es que si vemos legislación comparada existen en nuestro país muchos artículos donde el voto del presidente del cuerpo vale doble y ninguno que diga que en caso de empate se dirima a las cachetadas, pero para ser sincero la discusión resulta abstracta e irrelevante y solo sirve a los efectos argumentales de la oposición para evitar mirarse ellos mismos.
Tartagal tiene un cuerpo deliberativo integrado por 11 concejales, es decir que si reúnes seis se tiene mayoría simple, que es la única exigencia para lograr la presidencia, la oposición los tiene, cuatro de la libertad avanza y dos radicales, como en política a veces dos puede ser más que cuatro, Margarita Rauch en un sorpresivo paso de baile empezó a probarse el atuendo adecuado para asumir la presidencia que le devolvía un lugar de poder hasta hace poco impensado al radicalismo, pero como dije estamos hablando de política y ni siquiera los porotos propios pueden contarse como seguros.
Como nunca había pasado en los dos años de compartir el bloque los radicales votaron distinto y no cualquier voto, el contador Jure no votó a su compañera de banca y no es un dato menor, Jure es Mimessi, no solo comparten la política son amigos personales, la decisión de Jure no es unilateral y deja al descubierto que Rauch practico su propio juego, lo que implica un quiebre en la monolítica conducción del ex intendente, cuya decisión seguramente no estuvo exenta de la estrategia provincial en mira de las próximas elecciones y evidencian la debilidad y dependencia del parido.
Consultada nuevamente la IA nos revelo que Rauch fue sacada de todos los grupos de watshap del radicalismo, se perdieron hasta las formas, no te puede llamar Jarzun (sí…Jarzun) para decirte como tenes que votar. Si hasta aquí era un suicidio asistido, después del papelón ya es eutanasia.
Leandro N. Alem fundador del partido Radical acuño una famosa frase que con el tiempo se 𝗰𝗼𝗻𝘃𝗶𝗿𝘁𝗶𝗼́ 𝗲𝗻 𝗹𝗲𝗺𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗰𝗲𝗻𝘁𝗲𝗻𝗮𝗿𝗶𝗼 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗱𝗼 “𝗤𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗯𝗿𝗲 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼 𝘀𝗲 𝗱𝗼𝗯𝗹𝗲”, los muchachos en Tartagal parecen de goma.
Mientras todo esto pasaba, en una banca, casi escondido, en silencio absoluto, tratando de pasar desapercibido, 𝗣𝗶𝗻𝗼𝗰𝗵𝗼, la creación de Geppetto asumía la representación de los tartagalenses por cuatro años más, pese a ser de madera no le soltaron el brazo, señal inequívoca que no se comió solito los bizcochos, después del caso Almaraz, nada había sido tan evidente como la conversión del concejo en un kiosco recaudatorio.
En una ocasión, con esa morbosidad tan propia del periodismo, queriendo indagar sobre la sexualidad de las personas (sino salís del closet, te sacamos a patadas), un entrevistador le pregunto al ya desaparecido y célebre cantante mexicano Juan Gabriel si era gay, el divo de Juárez tuvo una de las respuestas más inteligentes que escuche en mi vida “𝗡𝗢 𝗦𝗘 𝗣𝗥𝗘𝗚𝗨𝗡𝗧𝗔 𝗟𝗢 𝗤𝗨𝗘 𝗦𝗘 𝗩𝗘”, a los ediles tartagalense no hay que preguntarles nada, todo está a la vista.
𝗠𝗮𝗿𝗶𝗼 𝗢𝘀𝗰𝗮𝗿 𝗔𝗻𝗱𝗿𝗲𝗮𝗻𝗶




