Orán es, quizás, la única ciudad del país donde resulta imposible dar la vuelta completa a sus principales plazas: San Martín y General Pizarro. Esta curiosa y frustrante situación no se debe a la falta de infraestructura, sino a una evidente falla en la planificación del tránsito urbano.
Las calles que rodean ambas plazas tienen sentidos de circulación mal diagramados, lo que impide a los conductores rodearlas por completo, algo tan básico como necesario en cualquier centro urbano ordenado. Esta deficiencia no solo genera confusión, sino también congestionamiento y malestar cotidiano para vecinos y visitantes.
Lo más preocupante es la inacción de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de cambiar esta realidad: los concejales. Año tras año, gestiones van y vienen, y ninguno de los ediles se detiene a analizar o proponer una solución concreta y efectiva a esta problemática urbana.
Mientras en otras ciudades se avanza hacia modelos de circulación más eficientes y amigables, en Orán se naturaliza el desorden. ¿Hasta cuándo vamos a convivir con decisiones erradas que perjudican la fluidez del tránsito y atentan contra la lógica del espacio público?
Los concejales oranenses tienen la oportunidad —y el deber— de impulsar cambios simples pero necesarios, como la correcta redistribución de sentidos de circulación en torno a estas plazas emblemáticas.
