Ay, Fernanda!. Por Mario Mactas

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    Te felicito, diputada. Hiciste temblar el rancho y el rancho se desplomó cuando saltaste como un leopardo en dirección a la responsabilidad por el apabullante resultado de las PASO

    Como todo el mundo he escuchado los flamígeros audios que salieron de una conversación privada con el señor Pedro, de filiación difusa o complicada de identificar porque Pedro, pobre, no pudo meter un bocadillo. Y ahí tembló todo, Fernanda, ¿viste?( me permito tutearte por una mejor aproximación, pero puedo retirarlo si te parece). Fue aquello del incendio y las vísperas. Todo aquello que se limitaba a susurrar entre biombos los molestos periodistas de la derecha gorila (¿te van “derecha” y “gorila”? Vos, seguro, te autopercibís de izquierda, fíjate que palabrita de moda te ofrendo) salió gracias al azar o a la malandanza. Fuiste vos, la diputada Fernando Vallejos, sin pelos en la lengua como suele decirte y no de una manera literal, que sería asombroso, de manera que durante once minutos , Fer, pusiste a parir al Presidente de la República de manera que se ve a uno en cierto grado de perplejidad y con los ojos como de búho. Pero a parir sin episiotomía, vos sabés, Fernanda, llave maestra del cofre donde se guardan las caretas.

    Ay, Fernanda. Situado en un lugar desde no entro ni salgo del fangal producido puedo arriesgar que la tragedia gruesa – las comedias son, si lo pensás, más tristes que los dramas puros: amor no correspondido, frustración , fracaso .Nos reímos de nuestras propias vidas como en las de Woody Allen- fue explicada por vos como catalizador Te veo ,Fernanda, como una estrella del momento. Sí, justo cuando termina tu mandato y no has optado- estoy seguro de que por desprendimiento- vas y nacés como una estrella. Te felicito, diputada. Hiciste temblar el rancho y el rancho se desplomó cuando saltaste como un leopardo en dirección a la responsabilidad por el apabullante resultado de las PASO: fue el intruso, el okupa , el Presidente inútil, el atrincherado. Palabras con gran habilidad, Fer, al hacer la verónica de que la vicepresidenta, Cristina- con liderazgo con una fuerza y llegada hasta los confines del delirio místico, hay que reconocerlo-fue quien diseñó la fórmula Fernández –Fernández . El punto de largada. Estuviste genial, Fernanda. Más aún cuando expresaste en cólera que Cristina es la voz del pueblo, tal que todos aquellos que formaron mayoría en el histórico palizón de hace pocos días quedaban automáticamente excluidos de la noción de pueblo. Y listo. ¿Qué pueden compararse con tantos votos de rechazo al lado de quien como Moisés bajó a apuntar las leyes después comunicarse en línea directa con Dios?

    Nada, nadie. La pegaste al correr de la furia. ¿Qué era eso? ¿Alguien le salió contestador ? Inadmisible. De paso- qué grande, Fernanda- le asestaste rebencazos como un pésima gestión de la pandemia y la política de jubilaciones. Solo, o con su grupito de incondicionales te encargaste de matizar. Y con una ensalada bien revuelta en el arte de insultar . Hay que hacerlo, Fernanda, de verdad. No cualquiera insulta con tanta riqueza. Puede decirse en ese aspecto que Pedro , ignoto aunque histórico interlocutor, entendía : hablabas para una audiencia o con el tono de los propios, los que entienden. Que en la vaciada total de esos minutos inmortales, Fer, buscabas rescatar el barco fantasma de los que se alejaron, se decepcionaron , y el tesoro de la juventud , tan variado que algunos forman entre quienes encuentran trabajo como soldaditos del paco y otros, desde otros territorios, se preparan para viajar a Islandia , ponele. Como quiera que sea te ubicaste por instantes en la actitud anti sistema, anti política y anti políticos aún dentro del guiso. Eso se llama cintura, me quito un sombrero simbólico. Bien, muy bien.

    Fue una maravilla. Demostraste incluso de manera empírica que seres enfrentados hasta el desprecio puedan emparcharse en una asociación tan lícita como un gobierno, mirá lo que te digo. Tal vez, como una perla en el furibundo descargo de una sola voz reservaste una carta perfecta, un comodín: “Después voy a la televisión y digo cualquier otra cosa” ¡ Extraordinario !

    Estas palabras, este panegírico, Fernanda, excesivo, sonrojante ante tanta abundancia como no dejarán de decir los críticos de poco equilibrio, no son por otra razón que por lo cualquiera puede saber con un cerebro en buen funcionamiento: te lo merecés, Fernanda.

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