Maxi Jonas, la historia del fotógrafo que filmó con su dron el “baile de la ballena” que conmovió al mundo

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El reportero gráfico argentino capturó un momento único: el nado plácido y amigable de una ballena alrededor de una kayakista en el mar. En diálogo con Infobae desde Puerto Madryn , detalló cómo logró la mágica secuencia.

El 31 de agosto de 2021, la mañana en Puerto Madryn era perfecta, sin viento. El habitualmente tranquilo mar del Golfo Nuevo, estaba completamente quieto. Como una ceremonia, Maxi Jonas tomó su equipo de fotografía y fue hacia la playa, más precisamente al Parador 5. Pero antes de salir, llamó a su amigo Daniel, que vive en Trelew, para avisarle que hoy le iba a usar el dron, ya que el suyo se había caído hace un tiempo y todavía no lo pudo reparar.

“El mar estaba tan tranquilo que parecía aceite. Se veían los soplidos de las ballenas desde la playa. Cuando el mar está así, las podes ver fácil, porque lo único que se mueve son ballenas”, explica Maxi Jonas a Infobae, sentados en una mesa del mismo parador, ahora, cinco meses después.

“Tenía dos baterías, así que tiré un vuelo para allá, para el lado del indio (señala el extremo sur del golfo, donde está el Monumento al Tehuelche), estaba arriba de las ballenas, y se veía increíble, estaba buenísimo. Entonces veo que estaban las tablas como 800 metros para adentro. Pensé, voy a esperar, si llego a ver que las ballenas se cruzan para este lado, tiro el dron.”

Cuando Maxi habla de tablas se refiere a tablas de stand up paddle. Analía Giorgetti es la mujer que iba sobre una de las tablas, la de color blanco, verde y negro, que protagoniza la historia.

“Siempre quise encontrar el modo de mostrar una ballena cerca de algo que sirviera de referencia. Un Kayak, una tabla de windsurf o lo que sea, para poder comparar la dimensión de una ballena, porque imágenes de dron con embarcaciones de avistaje hay muchas, yo mismo tengo, pero las lanchas esas son muy grandes, son para 60 personas, pero tienen la misma forma de un gomón de cuatro metros, entonces no tenés una buena proporción. En cambio, un kayak sí, porque tiene el tamaño de una persona aproximadamente. ‘Esto va a estar bueno, voy a poder jugar con las proporciones’, pensé.”

Mágicamente, la acción ocurre pocos minutos después, y es obra de la naturaleza. No hubo persona alguna que hiciera nada para lo que sucedería.

“Entonces veo que del grupo de tres ballenas se despega una. Sopla y arranca”. Maxi hace una pausa para explicar cómo es eso de ver cuando arrancan, ya que desde la playa parece muy difícil darse cuenta. “Uno sabe cuándo van a navegar porque hacen un soplido fuerte, quizás dos, y se van para abajo, y dejan como una mancha de aceite, que es el caudal de agua que desplazan. Entonces ahí te podés dar cuenta la dirección que va a tomar.”

Esa es la manera que los fotógrafos experimentados tienen de saber en qué momento una ballena va a preparar un salto, porque repentinamente hacen esos soplidos, se sumergen y a los pocos segundos salen del agua para permitir esos retratos tan maravillosos.

“Cuando vi que iba para el lado de las tablas, tiré el dron, pero por supuesto la ballena llegó antes, y cuando llegué, me encontré con la imagen que todos vieron. Era impresionante. Me quedé mirando la escena fascinado desde el dron, y cuando vi que la ballena salió y tocó la tabla, me asusté. Así que me quedé con el dron muy quieto, intentando no molestar y respetando la situación, como unos cinco minutos, hasta que la batería me obligó a traerlo a la playa. No lo podía creer. Miré el video tantas veces, le saqué fotos, era maravilloso.”

Esto ocurrió a las 10 de la mañana. Maxi regresó a su casa y no paraba de mirarlo, pero no sabía qué hacer. Subirlo o no subirlo. Tendría buena recepción o sería criticado, eran sus preguntas.

“Dudé mucho porque imaginé que esto iba a traer cola. Porque está prohibido ir a tocar las ballenas. Pensé que podía generarse una polémica y quizás muchas personas saldrían a hacer lo mismo. Pero Analía no había cometido ninguna infracción. Ella estaba tomando mate en su tabla porque era su cumpleaños, eso supe después, y no está prohibido navegar. Ella no fue a buscar la ballena sino que la ballena fue hacia ella. De todos modos yo tenía muchas dudas”, continúa relatando.

“Dejé pasar todo el día, y después posteé una foto en mis redes sociales, que decía ‘Vengo a presumir del lugar donde vivo’. Ahí se veía la tabla y dos ballenas que estaban atrás pero no la tocaban. No me animaba con el video. Pero después de mirarlo tantas veces, pensé ‘esto hay que mostrarlo’. Y lo que me convenció fue el comportamiento de la mujer en la tabla. Ella, apenas aparece la ballena, sube el remo y no la molesta. Se queda en esa posición arrodillada, con una fragilidad y un respeto, que parecía estar como venerando a la ballena. Y la ballena la toca, la busca, la mira. Es maravilloso. El respeto de dos especies, la fragilidad del hombre, el tamaño de la ballena, que la podría haber hundido, tirado, o la podría haber ignorado, y sin embargo la está buscando. Entonces me convencí y decidí mostrar el video.”

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