Histórico: Los Pumas dieron el golpe y vencieron a los All Blacks en Nueva Zelanda

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El equipo argentino se impuso por 25 a 18 en Christchurch. Es la segunda victoria en la historia pero la primera vez que se consigue en tierras neozelandesas.

El triunfo ante All Blacks refuerza las ideas de Michael Cheika, un coach que llegó en el momento justo.

El cartel en el vestuario rezaba: “Recuerden este día muchachos. Va a ser de ustedes toda la vida”. Podría mostrarse como una de las tantas frases motivacionales que se utilizan en el deporte, pero Michael Cheika, un especialista también en estas cuestiones, prefirió, no bien terminó la sensacional victoria ante los All Blacks, poner el eje en una cuestión: “El equipo confía en el plan de juego”. Ahí está el secreto de por qué los Pumas evolucionaron de tal modo que hoy llegaron a este nivel astronómico: vencer en fila a australianos y neozelandeses. A liderar el Rugby Championship en la mitad del desarrollo y a no tener techo para el crecimiento. A completar el casillero histórico del seleccionado argentino de rugby, porque ya se venció en su tierra a todas las potencias. Restaba sólo la vara que esta noche se saltó en Christchurch. A pellizcarse que es verdad.

La era Michael Cheika tiene superávit en estos primeros pasos: cuatro victorias y dos derrotas. Pero él y sus colaboradores insisten, con acierto, que no se fijan por ahora en los resultados sino en el proceso, que aún tiene muchos peldaños por delante hasta llegar al objetivo final: la Copa Mundial que en poco más de un año espera en Francia. Hasta aquí, la evolución con respecto a 2021 es asombrosa. El equipo tiene otra cabeza y un funcionamiento que en todos los partidos ofrece réditos. Si en San Juan ante los Wallabies la obtención y el ataque fueron las plataformas decisivas, en la noche neozelandesa apareció la defensa granítica y la fortaleza mental -que viene de ese convencimiento apuntado al comienzo- para revertir en el segundo tiempo los errores del primero.

Es verdad que los All Blacks están en un pozo no habitual al menos en esta última década y que tuvieron otra actuación floja e indisciplinada. Pero eso no cambia la percepción sobre el inmenso partido que jugaron los Pumas. Sin obtención en el primer tiempo –el scrum fue para atrás y del line vinieron los dos tries de los locales, uno a través del maul y el otro de un lanzamiento propio perdido- los argentinos nunca se desesperaron ni se cayeron. Aguantaron en la defensa con una dureza admirable en el contacto –fueron impresionantes Lavanini, Alemanno, Kremer y Matera- y con la puntería de Boffelli, quien acertó todos sus envíos, siempre tuvieron el score a mano.

En el complemento, cuando parecía que los All Blacks iban decididos por la victoria, los Pumas contestaron con un try de la nueva figura del equipo, el mendocino Juan Martín González. Y a partir de ahí, los argentinos plantaron bandera; los de negro no pasaron más. Fue conmovedor lo de Montoya –ya consagrado de capitán- y Orlando, contagiando en cada acción, como también lo de Moroni, atento y siempre haciendo lo que hay que hacer. El jugador formado en CUBA, reciente campeón en Inglaterra, tenía la espina de no haber estado en la victoria de 2020, en suelo australiano. En la mañana del partido, le envió un mensaje a Boffelli, el otro ausente ese día, para decirle que hoy saldaban esa deuda. Mentalidad ganadora.

Cuando terminó el encuentro, la televisión local enfocó durante largos segundos a un neozelandés eufórico que se abrazaba con todo los argentinos. David Kidwell, el entrenador de defensa que trajo Cheika, empezó a disfrutar en su tierra los primeros efectos positivos de los sistemas que mamó en el rugby league. La organización y la actitud defensiva de los Pumas fueron soberbias, yendo para arriba o esperando cuando la jugada lo indicaba. A eso, le agregaron la locura del ADN del jugador argentino. En el minuto 68, con los All Blacks buscando el descuento de un lado al otro, sin poder pasar, entre Orlando y Lavanini terminaron gestando un penal a favor que tuvo el gesto corporal en ambos equipos de bajar la cortina del destino del test. No había modo de que los Pumas perdiesen este partido. Los locales lo comprendieron, resignados.

Así como hay modos de perder, los hay de ganar. El deporte no es sólo una cuestión matemática. Si el triunfo ante los All Blacks en 2020 tuvo el impacto emotivo por ser el primero, este dejó en claro que aquello no fue una casualidad. Será una semana dura para los neozelandeses. Minutos después de la derrota volvieron a dispararse todos los cañones contra Foster y Cane. El sábado próximo, en Hamilton, los Pumas tendrán otro gran desafío al que habrá que analizarlo como lo que se viene planteando este grupo: un nuevo paso en el proceso camino al Mundial. Lo que pasó, pasó. Ese es el mantra.

En estos dos años los Pumas vivieron en una montaña rusa de resultados, vivencias, escándalos y cambios que, a tiempo, encontraron en Cheika al hombre indicado para ordenar la casa. Como decía el cartel, los Pumas recordarán de por vida este día. Pero lo mejor es que tendrán muchos otros por delante.

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