La expulsión de Matías Kulfas, un nuevo sismo en la coalición de gobierno. Por Sergio Berensztein

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    ¿La pelea en el Frente de Todos entró en una nueva etapa de denuncias cruzadas de corrupción? De ser así, el deterioro del oficialismo podría acelerarse aún más y comenzar a incluir ribetes judiciales.

    La expulsión de Matías Kulfas y la designación de Daniel Scioli generó un nuevo sismo en la coalición gobernante. Tantas veces se especuló, durante los momentos de mayor confrontación, con las probables salidas de Kulfas, Guzmán o Cafiero (los ministros más apuntados por el kirchnerismo), pero sin embargo este trío había logrado hasta ahora resistir los duros embates.

    Paradójicamente, la partida del exministro de Desarrollo Productivo se terminó dando en el momento menos esperado, cuando se abría una ventana para la distención, tras el reencuentro de Cristina y Alberto en el acto por los 100 años de YPF. Parece ser que nunca más habrá paz en el Frente de Todos.

    El episodio de este fin de semana fue interpretado como una nueva muestra del poder que posee Cristina Kirchner dentro de la coalición, quien directa o indirectamente habría forzado la remoción de Kulfas por los comentarios en off que este hizo en referencia a la construcción del gasoducto Néstor Kirchner. Según el off the record adjudicado al exministro, la licitación para la provisión de los caños fue redactada “a la medida de Techint” por la empresa estatal Energía Argentina S.A. (ENARSA), dirigida por funcionarios cercanos a la vicepresidente.

    Cristina retwitteó la respuesta de ENARSA y habló de “injusticia” y “dolor” por los ataques ejecutados por funcionarios del propio gobierno. Horas más tarde, Alberto Fernández hizo lo que le había sugerido en el acto de YPF, usó la lapicera para echar a Kulfas.

    La influencia de Cristina Kirchner sobre el gobierno de Alberto Fernández es incuestionable

    En innumerables oportunidades, dirigentes cristinistas han lanzados duras acusaciones o agravios contra funcionarios “albertistas” o contra el mismo Presidente sin recibir una sanción equiparable. En septiembre de 2021, se conocieron una serie de audios donde Fernanda Vallejos insultaba a Guzmán y a Kulfas (a este último por haberse dedicado a escribir libros en contra de Axel Kicillof). También llamó “okupa” y “mequetrefe” a Alberto Fernández. Sin embargo, Vallejos cumplió su mandato como diputada hasta el último día, sin que nadie le pidiera la renuncia. Aquella vez fue una de tantas.

    No obstante, el episodio con Kulfas de este fin de semana también pone de manifiesto que el poder de decisión de la vicepresidenta encuentra límites. Es hora de reconsiderar el peso relativo que tiene cada uno de los actores del Frente de Todos, porque en esta nueva etapa parece ser que “el que saca no pone”.

    En el pasado, el kirchnerismo había logrado influir no solo en la remoción, sino también en la selección de los sucesores de los “funcionarios que no funcionaban”: cuando en septiembre Alberto Fernández remplazó a Santiago Cafiero en la Jefatura de Gabinete, lo hizo por Juan Manzur que, a pesar de no estar identificado con el kirchnerismo duro, había sido la primera opción de Cristina (tal como lo hizo saber en una de sus cartas); también impuso a Martín Soria, cuando la “albertista” Marcela Losardo abandonó la cartera de Justicia; a Jorge Ferraresi, cuando María Eugenia Bielsa dejó Desarrollo Territorial y Hábitat; y a Roberto Feletti en la Secretaria de Comercio Interior, en lugar de Paula Español.

    En este caso, a Matías Kulfas lo remplazará Daniel Scioli que, aunque obtuvo el visto bueno del Instituto Patria para no ser vetado, no era la opción elegida por el kirchnerismo, que prefería a Augusto Costa para ocupar el cargo. De hecho, en el caso de que finalmente decidan remplazarlo, ¿podría pasar lo mismo con Martín Guzmán? Mientras tanto el ministro de Economía resiste.

    El hecho de que sea Daniel Scioli el remplazante genera especulaciones adicionales en torno al escándalo. ¿El exembajador en Brasil podría buscar posicionarse como presidenciable desde su nuevo rol en la cartera de Desarrollo Productivo? Por el momento Scioli apoyaría la relección de Fernández, pero sus históricas pretensiones de llegar a la Casa Rosada difícilmente se hayan apagado.

    El contenido del off the record atribuido a Kulfas merece un párrafo aparte, porque esta es la primera acusación de corrupción seria en el gobierno de Alberto Fernández, y parte desde el núcleo de confianza del propio mandatario. Hasta ahora, hemos visto escándalos como el vacunatorio VIP y la fiesta en la Quinta de Olivos, pero que, teniendo en cuenta los parámetros argentinos y los antecedentes kirchneristas, se trataban de cuestiones de menor importancia relativa, sobre todo en términos judiciales. Aunque, claro está, éticamente son igual o más reprochables.

    Con las supuestas acusaciones de Kulfas, se vuelve a poner la lupa sobre la obra pública, la tradicional Caja de Pandora del kirchnerismo. Con el componente extra de que se trata del proyecto emblema de esta gestión: el gasoducto Néstor Kirchner, el cual le costará al Estado argentino unos 1500 millones de dólares.

    Ya hay un pedido de la oposición, presentado por la diputada nacional Graciela Camaño, para que se investiguen los supuestos desmanejos vinculados al gasoducto. Camaño propone que se cree una comisión en el Congreso que controle la licitación de la obra. En 2005, Roberto Lavagna se fue del gobierno kirchnerista denunciando la cartelización en la obra pública. ¿La historia se repite con Kulfas ocupando ese rol? Más aún: ¿La pelea en el FDT entró en una nueva etapa de denuncias cruzadas de corrupción entre ambos bandos? De ser así, el deterioro de la coalición podría acelerarse aún más y comenzar a incluir ribetes judiciales.

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