Oposición vs. oposición, la verdadera grieta por las peleas cada vez más agrias en Juntos por el Cambio. Por Diego Dillenberger

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    ¿Quedó milagrosamente sellada la grieta peronismo-antiperonismo? De ninguna manera, solo que a la luz de las encuestas parece cada día un poco más intrascendente.

    El encuestador y matemático Felipe Noguera tiene un pronóstico insólito y sombrío para el peronismo en las próximas elecciones: “no se puede descartar la posibilidad de que haga una elección comparable a la de la Unión Cívica Radical con Leopoldo Moreau en 2003″. El consultor recuerda que el hoy diputado ultrakirchnerista obtuvo en esos comicios un resultado bochornoso de 2 por ciento como candidato a presidente del radicalismo luego del rotundo fracaso de la Alianza, liderada por ese partido centenario con Fernando De la Rúa a la cabeza.

    La primera vuelta en 2003 la había ganado Carlos Menem por demasiado poco, y, oliendo una “paliza’’ el riojano desistió de presentarse en el balotaje con el segundo, Néstor Kirchner.

    “El peronismo podría sobrevivir en varias provincias y conservar todo su aparato y sus papeles para competir, pero si la crisis sigue avanzando, un escenario así no sería para nada descartable”, dice el matemático. “Se volvería algo parecido al radicalismo de hoy”, explica. Un pronóstico más.

    Tomar nota y ver qué pasa el año que viene

    Pero algunos datos podrían darle la razón a Noguera: ninguno de sus colegas encuestadores, de ningún color político, tiene hoy al kirchnerismo gobernante arriba del 30 por ciento de intención de voto. Ninguno de sus posibles candidatos conocidos hoy tiene menos de 60 por ciento de imagen negativa.

    Por eso las apuestas a que el peronismo probablemente pierda en 2023, hoy no pagan nada.

    Estos datos turfísticos llevan a muchos analistas directamente a obviar la escena del peronismo y a concentrarse en las peleas cada vez más agrias de la oposición. Ahí es donde está la acción. Y aparece una nueva grieta.

    ¿Quedó milagrosamente sellada la grieta peronismo-antiperonismo? De ninguna manera, solo que a la luz de las encuestas parece cada día un poco más intrascendente.

    La encuestadora CD publicó días atrás el resultado de una pregunta inusual y muy interesante: ¿prefiere la continuidad de este gobierno o cambio? Más del 80 por ciento a nivel nacional elige “cambio”. Eso incluye a una parte del voto potencial peronista que queda. Hoy en el kirchnerismo gobernante no aparece esa opción de cambio, que no sería muy creíble, porque gobierna desde hace casi tres años en la misma agonía y no dio el golpe de timón para cambiar el rumbo.

    ¿Podrá el hoy ministro de Economía, Sergio Massa, representar el cambio dentro del peronismo el año próximo? Si decide hundirse con la nave, luce improbable: su gran éxito es haber conseguido dólares para estirar la mecha de una bomba que parecía a punto de estallar tras la renuncia de su antecesor, Martín Guzmán, y los olvidables 20 días de Silvina Batakis.

    Por eso los encuestadores están analizando las patitas de ese bicho que es el conglomerado opositor como la nueva grieta que será mucho más relevante en las próximas elecciones: consensos versus purismo.

    Una encuesta de Zuban Córdoba revelaba recientemente que casi las tres cuartas partes de los argentinos coinciden con la frase de que “la grieta política impide el desarrollo económico del país”. Parafraseando al propio kirchnerismo: “la grieta es el otro”. Conclusión: hay una mayoría silenciosa que quiere cambio y desaprueba la grieta. Pero los extremos de la grieta son más intensos y gritan más fuerte.

    El que ofrezca la opción de cambio sin grieta de manera creíble podría tener media elección ganada

    Pero el expresidente Mauricio Macri dejó bien en claro que él se ubica a un lado de la grieta con el lanzamiento de su nuevo libro, Para Qué. En un párrafo que adelantó Carlos Pagni, elípticamente acusa a su principal rival, Horacio Rodríguez Larreta, de “gradualista” y sentencia que los cambios que hay que hacer para sacar al país de su decadencia se tienen que hacer “en las primeras horas”.

    Queda claro que Macri se llevó una lección de su propio gradualismo que tuvo como resultado el regreso del kirchnerismo y su destierro al llano.

    Pero lo más llamativo es que ya antes el propio Rodríguez Larreta había usado las mismas promesas que Macri en su libro: él también dice que quiere hacer todo “en las primeras horas de gobierno”. El jefe de gobierno porteño se diferencia de su exjefe en que propone conseguirlo con un consenso político más amplio “sumando al 70 por ciento de la política”. Desde las filas de Larreta, no se andan con chiquitas: “Mauricio ya probó solo, y así le fue”, recuerdan.

    En algo están de acuerdo Macri y Rodríguez Larreta: el gradualismo no funciona. La grieta pasa por la divisoria entre consenso o purismo. Y a la luz del libro de Macri, gradualista es lo más parecido a un insulto.

    La idea del consenso, en el mundo desarrollado, no tiene nada de nuevo, pero en un país que desde hace demasiado tiempo está trabado por sus grietas, podría ser la gran novedad. Rodríguez Larreta no aclara demasiado cómo sería ese consenso; si incluiría sólo a la política o también al sindicalismo y a los empresarios. Faltan detalles.

    Pero muchos más detalles faltan del lado “purista” de la grieta: cómo se haría para que esta vez sí funcione un gobierno sin consensos políticos amplios. Parecería que el nuevo libro de Macri tampoco se propondría explicar el “cómo”, porque se concentra en el “para qué”.

    Desde la orilla purista de la grieta apuestan fuerte a que la crisis avance y sea más parecida a la de la hiperinflación de Raúl Alfonsín a fines de los 80. El sucesor del radical, Carlos Menem, encontró una opinión pública que pedía reformas a gritos y no quería saber nada de gradualismos.

    El economista liberal Javier Milei debe su tremendo éxito en las encuestas a que explica con claridad y mucha didáctica sus planes económicos a puro shock. Pero todo se acaba cuando le preguntan cómo implementar esos cambios políticamente.

    Otro que dio la pista de cómo se ahonda la grieta en la propia oposición fue hace un par de semanas Facundo Manes, que atacó a Macri con inusitada -y bastante torpe- agresividad. El neurólogo acusó al expresidente de “populismo institucional” por espiar a sus propios colaboradores. Esa causa no prosperó en la Justicia, pero a Manes eso no le preocupó. ¿Habrá sido una devolución de gentilezas? Macri antes había dicho que el primer populista de la Argentina fue Hipólito Yrigoyen. Con tal de ahondar la grieta, nuestros políticos pueden recurrir a Adán y Eva y a Caín y Abel.

    Pero en realidad sería un error pensar que la estrategia de Manes -luego duramente reprendido por sus propios correligionarios radicales- apuntaba a pegarle a Macri para quitarle algunos de sus votantes. Es improbable que el elector de Mauricio Macri pueda saltar la grieta de la oposición para elegir a Manes.

    El médico radical buscó competir dentro del lado “antigrieta” de la grieta de la oposición: su verdadero rival es Rodríguez Larreta, que hoy lidera en las encuestas dentro de Juntos por el Cambio en ese sector dialoguista. Es al alcalde porteño a quien Manes apuntó a restarle votantes atacando a Macri: un gambito de ajedrez con guantes de box.

    Manes no tiene mala imagen, pero le falta bastante nivel de conocimiento y está muy atrás en las encuestas para una eventual primaria, si el peronismo no consigue los votos para eliminar esas PASO, que tanto necesita la oposición para zanjar sus grietas. El ataque a Macri sirvió para elevarle el grado de conocimiento a Manes. Habrá que ver si funciona eso de que “lo importante es que hablen de uno, aunque hablen mal”. Toda una biblioteca de comunicación lo desaconsejaría y no le recomendaría vender “superar la grieta” generando nuevas grietas.

    En los pasillos del Coloquio de IDEA en el que se reunieron esta semana buena parte de los empresarios argentinos en Mar del Plata, quedó claro que los hombres de negocios, para invertir en la Argentina, prefieren el consenso.

    Lo había confirmado una reciente encuesta de la revista Imagen a los directores de Asuntos Públicos y Comunicación de las empresas: el candidato favorito del empresariado es, y por lejos, Rodríguez Larreta. Le sigue Sergio Massa. Mauricio Macri está muy lejos en la preferencia de los empresarios, igual que Patricia Bullrich, que sube en las encuestas de imagen. Mucho más lejos está el liberal Javier Milei.

    Es que los empresarios saben que con grieta o con consenso, quien gane las próximas elecciones tendrá el mismo desafío que plantea siempre la democracia argentina y que tiene mucho que ver con el calendario: asumen un 10 de diciembre con toda la imagen positiva y la aprobación. Después vienen las Fiestas, las largas vacaciones, y el Congreso se pone a trabajar recién en marzo. Mientras tanto, la crisis horada su aprobación de gestión, su imagen y los consensos en un largo y ardiente verano que quema muchas buenas intenciones de reformas y shocks económicos.

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