Con los datos que arroja la pandemia en el país sobre la mesa, Clarín le pidió a tres jefes de los hospitales Austral, Alvarez y Garrahan que analizaran las fortalezas y debilidades de la política sanitaria local.
Como la grieta facilista metió la cola y sesgó las opiniones del coronavirus, como los contagios están estancados en una meseta que ya parece un trauma nacional y como este domingo se cumplen seis meses de una cuarentena que no todos quieren ni pueden respetar, Clarín propuso hacer un balance de los aciertos y errores acumulados hasta ahora a tres infectólogos “independientes”. Es decir, prestigiosos médicos con ganas de esbozar un análisis por fuera de todo signo político.
Participaron dos reconocidas mujeres de la medicina: Wanda Cornistein, jefa del servicio de Control de Infecciones del Hospital Austral, y Rosa Bologna, jefa del servicio de Epidemiología e Infectología del Hospital Garrahan. Además, Arnaldo Casiró, jefe de Infectología del Hospital Álvarez, quien desde mayo le viene repitiendo a esta cronista: “El tema es que acá no se testea”.
¿Un repaso del “estado de la cuestión”? Más allá de los contagios (de 10.000 a 12.000 por día) y los fallecidos (unos 200 por jornada), tienen peso propio los más de 600.000 infectados y los casi 13.000 muertos por Covid-19 desde marzo, en medio del que sin dudas es el aislamiento obligatorio más largo del mundo, sin contar que además se acaba de volver a estirar.
Cómo olvidar ese jueves 19 de marzo: minutos antes de la cena, el Presidente Alberto Fernández lanzó la noticia, que entonces parecía ser el comienzo de una historia con final. “Recuerdo que cuando escuché que se decretaba esa estrategia -que parecía demasiado precoz-, mi primer pensamiento fue: ‘El tema es cuándo va a terminar‘”, contó Wanda Cornistein.
Hoy el ánimo es otro. Basta escuchar los partes matutinos en los que la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, viene apelando a un eufemismo que resume bien la preocupación de las autoridades. Dice que “hay tensión en el sistema de salud” para referirse a los crecientes porcentajes de ocupación de camas en unidades de terapia intensiva.
Contando los enfermos de SARS-CoV2 y de otras patologías, a nivel país es 60%. En el AMBA, 67,3%. Pero (tomando cifras del jueves) en algunas provincias la cosa está apretada. En Río Negro es 87%. En Salta, 83%. Neuquén y Mendoza, 76%. Jujuy y Tucumán, 75%. Santa Fe, 70%. Vizzotti aclaró que el virus se movió de lugar, una suerte de enroque entre el AMBA y las provincias en el número de casos, de personas en terapia intensiva y en el porcentaje de positividad. Como las cifras se compensan, el amesetamiento sigue.
“La cuarentena no existe”
En los meses que Clarín lleva hablando con él, el jefe de Infectología del Álvarez, Arnaldo Casiró, cambió su visión sobre la gestión de la pandemia en la ciudad de Buenos Aires. Primero era pobre y ahora, bastante más eficaz. Pero de la gestión nacional no piensa lo mismo: “¡No hay cuarentena! Al principio todos estábamos de acuerdo en que había que cerrar y en los controles. Pero yo vivo en Provincia y si andás por Castelar un sábado parece 23 de diciembre. Capital está igual. Una cuarentena tan larga y sin testeos no se puede sostener”.
Distinta es la visión de Rosa Bologna, jefa de Infectología del hospital pediátrico “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”. La médica se mostró preocupada por las “altas cifras de nuevos infectados”, pero evaluó que “los testeos se fueron incrementando en la medida de los posible, luego de que Estados Unidos dejara de acaparar los reactivos”.
Casiró dice lo contrario: “Acá se eligió no invertir en la estrategia de diagnósticos masivos. Hubiera sido un gasto, sí, pero, ¿cuánto perdió el país en términos de pobreza y en estos meses sin producir, en comparación al gasto que se podría haber hecho en reactivos? Los países a los que mejor les fue, por caso Singapur, testearon masivamente”.
El ping pong podría seguir todo el día. Para Bologna “hay diferentes experiencias… algunos países usaron una cantidad impresionante de tests, pero eso no los ayudó a controlar la pandemia… No es tan fácil decir si es negativo o positivo”.
La médica apuntó a lo que podría llamarse “el error de junio”, ese momento de relativa flexibilización en algunas provincias, cuando se permitieron las reuniones sociales chicas: “Se hicieron aperturas en un momento en que no correspondía. Veíamos más y más casos y era central sostener el aislamiento”.
Una gripecita
Casiró describió la faceta más errática de la cuarentena XXL: fue al principio. “Las autoridades minimizaron el problema al decir que acá no iba a llegar el coronavirus. Hoy ves gente que sigue creyendo que es una gripecita que no afecta a nadie. Un mensaje así fue muy fuerte”.
“Cuando vimos lo que pasaba en España e Italia, hablé con gente del Ministerio y pregunté por qué no repatriaban a los argentinos y cerraban las fronteras a quienes venían de países con Covid. Me dijeron que no servía, que en otras epidemias se había demostrado que no servía. Ese fue el primer error”, reveló.
El segundo fue “no hacer campañas de concientización, educar para que la gente entienda por qué hay que usar el barbijo, no sólo con un enfoque médico sino con el asesoramiento de sociólogos y psicólogos”.
A cargo del área de Control de Infecciones del Austral, Wanda Cornistein coincidió en que hubiera convenido “enfatizar la estrategia de testear-rastrear-aislar. Pero hubo dificultades con los tests diagnósticos, por estar todo centralizado en el Malbrán, lo que generó un embudo saturado, con mucha demora para obtener los resultados de los hisopados”.
Así, matizó, “el tema es cuál era el objetivo de tu estrategia. Si era disminuir los contagios para preparar el sistema de salud, la cuarentena fue exitosa. Si era evitar los casos que tenemos ahora, fue un fracaso. La enfermedad tiene una dinámica que se vio en el mundo y Argentina no iba a estar exenta de ella. Quien haya pensado otra cosa, tuvo una visión infantil”.
Deadline
Según Bologna, “la tasa de mortalidad acá es baja, pero hay que advertir que se va a ver un aumento en los próximos días”.
La explicación es simple: como hasta ahora, en estas semanas se seguirán viendo las muertes de adultos mayores del AMBA, la población más afectada por el Covid en esta parte del país. “Sin embargo, el virus se movió al Interior, y la población afectada, ahí, tiende a ser más joven, por lo que la letalidad, luego de esta suba (con el delay lógico que implica la muerte de un paciente en terapia), finalmente va a tender a bajar”.
Mirando las cifras actuales (algo más de 2% de mortalidad, según la jurisdicción), los tres expertos coincidieron en rescatar el tiempo ganado para preparar al sistema de salud: capacitar al personal, sumar camas y respiradores, y aprender algo más del comportamiento del virus del SARS-Cov2.
¿Se podría haber hecho más? Según Cornistein, “lo que uno ve en países a los que les fue bien es que la estrategia tiene que seguir
tres paseos: testear, rastrear los casos y aislar. La cuarentena sola no alcanza”.
Sin embargo, relativizó: “Criticar es más sencillo que estar en el proceso. Yo no tengo color político y la verdad es que valoro los esfuerzos que se hicieron para afrontar esta pandemia. Valoro que mis colegas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) hayan podido opinar, algo que no pasó en todos los países. Un gobierno toma decisiones que tendrán sus pro y sus contra”.
Para la médica, la pandemia es como una película: “Tenés el 80% de asintomáticos, el 15% de moderados y el 5% de infectados graves. En Argentina se decidió invertir o focalizar en ese 5%. Es decir, en camas, hospitales periféricos y respiradores. Abordar toda la película hubiera sido muy difícil”.
“Entiendo que hay un límite de presupuesto. No es una crítica. Se priorizó a los más vulnerables, lo que nos cambió las cifras de mortalidad. Quizás este sea el momento de aumentar el testeo, buscar los contactos y aislarlos”, analizó.
Futuro próximo
Entonces, ¿nos amigamos con el amesetamiento y la cuarentena eterna? Bologna sugirió que sí: es central continuar las medidas de aislamiento y prevención. Y recordó un dato central: “Sin medidas de aislamiento, sin intervención, este virus tiene una tasa transmisión alta, de 2,1 a 2,3. O sea, prolifera geométricamente. Esto a veces no se recuerda y se piensa erróneamente en una apertura con la tasa de transmisión actual. Es un error y por eso se generan los brotes”.
Casiró coincidió en que abrir es un error. “La cifra de contagios está estancada, pero es bastante alta. Y sin dudas sigue habiendo circulación comunitaria en todos lados, incluyendo la ciudad de Buenos Aires”.
El tema -concluyó- es qué estrategia de comunicación prima de ahora en más: “Las hay de dos tipos. O usás el miedo o usás la persuasión. El miedo dura poco y en este caso derivó en hastío. Si actuás por el lado de la persuasión, lográs conciencia en la gente. Que si salen sea con cuidados y no a lo loco. Educar y persuadir con buena información, esa es la cuestión”.