Días de locos. Por Mónica Gutiérrez

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    ¿Qué quieren los K? ¿Dónde pretenden llegar? ¿Cuál es el objetivo final de este fuego demoledor sobre el búnker de la Rosada?

    De la parodia a lo Pimpinela a La guerra de los Roses sin escalas. De las recriminaciones y desplantes emocionales a romperlo todo sin reparar en en daños colaterales ni auto infligidos. Del “me mentiste…me engañaste…me traicionaste” a la intimación, a la rendición incondicional o un mal final.

    No puede decirse que esta brutal escalada al interior del oficialismo pueda deberse sólo a una fría estrategia política de diferenciación, a un tomar distancia para no quedar pegados a los resultados adversos de la gestión gubernamental, a salvar la piel.

    No hace falta ser psiquiatra para detectar la fuerte carga de recelos, broncas, odios y resentimiento macerados en el tiempo que impulsan un raid tan absolutamente autodestructivo sobre el gobierno que, guste o no, se integra.

    Esta semana, no obstante, la arremetida K contra el Ejecutivo alcanzó un punto de inflexión, un upgrade. Lo que pasó a discutirse es la titularidad del gobierno.

    “El Gobierno es nuestro”, dijo crudo de toda crudeza Andrés “el Cuervo” Larroque, ministro de Desarrollo Social bonaerense y hombre fuerte de La Cámpora.

    “Nosotros constituimos esta fuerza, convocamos a Alberto y ganamos las elecciones. Tampoco es que Alberto se va a llevar el Gobierno a la mesita de luz”, se explayó asumiendo la voz cantante del oficialismo hiper K.

    “Yo no soy dueño del Gobierno..nadie es dueño del Gobierno”, fue la poco feliz respuesta de Alberto Fernández. En orden a no irritar a las fieras, el Jefe de Estado profundiza su dificultad. Parado sobre arenas movedizas, se hunde lentamente con cada gesto, con cada vibración.

    La implacable arremetida dejó de tener como blanco fijo al Ministro de Economía, que dicho sea de paso, cuanto más le pegan más se fortalece, para apuntar directo al Presidente.

    Devenido en una suerte de figura icónica del momento, Martín Guzmán quedó convertido es una especie de rehén de la situación. Aunque quisiera, Alberto Fernández no lo puede desplazar sin sufrir un daño irreversible en su línea de flotación.

    Puede que, como dijo CFK, los gobiernos se legitiman con la gestión, pero cualquiera sea el grado de legitimidad que se alcance o se pierda, la responsabilidad de gobernar es asunto de los que han sido elegidos por el voto popular hasta el último minuto del mandato.

    La irrenunciable responsabilidad que implica ser gobierno alcanza de lleno en este caso a Cristina Fernández de Kirchner, mal que le pese, porque fue ella y solo ella quien diseñó este engendro. Lejos de desentenderse tendrá que asumirlo como un fracaso propio.

    La pregunta del momento es: ¿qué quieren los K? ¿Adónde pretenden llegar? ¿Cuál es el objetivo final de este fuego demoledor sobre el búnker de la Rosada?

    “Yo no quiero poner a nadie, pero quiero sacar”, es una frase que se le atribuye a la caústica lideresa en los ajetreados días que corren.

    Si quiere sacar a Guzmán y no quiere poner a nadie es que pretende que sea Alberto quien busque el reemplazante y asuma el costo total de la catástrofe que esto supondría. O sea, estamos ante una puesta en escena dramática a más no poder para darle una nueva vuelta de cuerda al relato. O sea una jugada comunicacional, sarasa tribunera.

    La idea sería llegar al 2023 sin tener que hacerse cargo de nada de lo que de aquí en más haga Alberto Fernández con la fantasía de que eso les dará una nueva vida al menos en la populosa comarca del conurbano profundo dónde reina CFK y alguna chance en el 2027.

    Vuelve una nueva saga. El “nosotros y ellos” en su versión endogámica. Vuelve el “¿de qué lado estás?”, recargado.

    Nosotros, los verdaderos dueños del Gobierno (en el sentir y decir del susodicho “Cuervo”) hemos sido traicionados por el “okupa” Fernández (versión Fernanda Vallejos) quien entregó el gobierno nacional y popular a manos del FMI, el empresariado y el cipayato.

    El ariete sería el egresado de Columbia, una suerte de agente encubierto, de personero del neoliberalismo, un infiltrado en el gobierno nacional y popular.

    En línea con la “nueva anormalidad” que afecta la arena política nacional todos se sacaron las máscaras. Cada cual atiende su juego.

    Del lado de los “ellos” quedaron los que rodean al Presidente y lo siguen bancando a la espera de un golpe de efecto que se hace esperar.

    En una zona límbica quedó bamboleándose el hiperquinético Presidente de la Cámara de Diputados. Sergio Massa intenta operar como una suerte de acompañante-mediador terapéutico pero a pesar del denodado empeño que le pone no estaría obteniendo resultado alguno.

    No hay dos gobiernos. No puede haberlos. Hay un solo gobierno elegido en elecciones libres bajo la fórmula que a puro dedo diseñó e impuso Cristina Fernández de Kirchner.

    No hay manera alguna de pretender pasar a la oposición para CFK y los suyos sin abandonar los lugares que ocupan y los presupuestos que manejan.

    Son corresponsables de la gestión, por eso estas picardía de impulsar leyes que van a contramano de las decisiones de la Rosada son solo destinadas a hacer ruido, a interferir desde afuera la política económica para seguir alimentando la leyenda de buenos contra malos. Una jugada un tanto infantil porque es insostenible y que lejos de aliviar sólo profundiza las penurias de la mayoría.

    CFK celebró la paritaria bancaria que cerró en el 60 habilitando un nuevo piso para la discusión salarial. Juegan a patearle el tablero a Guzmán tirándose tiros en los pies.

    “Es una convención de psicópatas que está destruyendo al país”, opinó el titular de la Cámara Argentina de Comercio Mario Grinman quien aseguró que todo lo que signifique costos, como el salario, va a precios.

    El viernes encontró a la dirigencia política en la espera de la homilía de CFK. Acostumbrados a desentrañar las crípticas señales cristinistas los exégetas suspendieron el tiempo a la espera de que la papisa K baje sus consideraciones.

    En su esperada clase magistral en la UNCAUS (Universidad del Chaco Austral) con himno, transmisión oficial, banderas y militancia y un Gobernador Capitanich exultante. CFK encuadrar la refriega en un debate de ideas.

    “Hay debate de ideas pero pelea no hay”, dijo CFK bajando algunos cambios al clima de la semana.

    En cualquier caso, en su exposición de casi dos horas CFK convalidó las tensiones que tramitan al interior del oficialismo al volver de manera recurrente sobre sus ideas de siempre.

    “El poder es económico, concentrado y mediático…En la Argentina el poder mediático está más concentrado que en cualquier parte”.

    Habló del Partido Judicial y volvió a la carga con la ampliación de la Corte. “¿No será que al poder le conviene que sean poquitos?”, se preguntó. “Cuando se quiere hacer cumplir una ley aparece una cautelar para impedirlo”

    “Alguien, algo o algunos están fallando”. “Elegí a una persona que no representaba ninguna fuerza política y que me había criticado mucho…no fue una elección que pueda calificarse de generosa”, dijo CFK. Aunque sí consideró un acto generoso “aceptar que él pueda elegir sus propios ministros”

    Insistió en la idea de que no hay disputa de poder. Se enfocó en la designación de Matías Kulfas, el vapuleado Ministro de la Producción a quién se tiene en la mira.

    “Yo le advertí a Alberto Fernández de que iba a venir una fuerte puja distributiva y que Macri había desmontado la Secretaría de Comercio…se tragaron el amague de que el problema que teníamos eran los modales”, dijo reencuadrando las diferencias del momento en una confrontación de intereses.

    “La escasez de dólares es la verdadera causa de la disparada de los precios”, dijo Cristina ernández de Kirchner quién negó de manera rotunda que la emisión monetaria genera inflación.

    “El Fondo exige devaluación permanente”, agregó en otro tramo y como al pasar elogió a Augusto Costa, ministro de Kicillof a quien varias veces se ha mencionado como un posible reemplazante de Martín Guzmán.

    “Los dirigentes tienen temor a imaginar cambios”, fue una de las frases que está en línea con el reclamo de coraje para enfrentar intereses que bajan desde Maximo Kirchner a el “Cuervo” Larroque pasando por Axel Kicillof en cuanto escenario ocupan.

    Puso también la mira en el Banco Central al señalar que en 2020 y 2021 ha habido un inmenso salto de las exportaciones y tras el ingreso 30.000 millones de dólares de exportaciones hoy faltan U$D.

    “La gente está muy mal y no le estamos haciendo honor a tanta confianza, tanto amor y tanta esperanza”, fue la frase con la que cerró la extensa exposición.

    La exposición de CFK cerró una semana rocambolesca.

    Las colas frente a la ANSES de este viernes para tramitar el bono de $18.000 anunciado por el Gobierno son una triste postal del momento social. Imposibilitados de solicitar por sistema la gente se apiñaba este viernes frente a las oficinas. Penuria sobre la penuria.

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